miércoles, 27 de julio de 2011

Semana patriotera


Cansado de tanta fiebre patriotera, de tanto milico con el pecho inflado, de tanto paco sintiéndose la reserva moral de la nación, he masticado, mordido a ratos, esta semana de 18, en un Santiago como postal de una ciudad que ha perdido casi un tercio de su población. Se siente bien caminar por el barrio yungay y brasil, por el centro, sentir que caminas sin el miedo de chocar con una persona que se cruza intempestivamente por ir pensando en universos paralelos. Entonces levanto la vista y veo banderas, ¿habrán sentido lo mismo los alemanes de fines de los años 30 en los aniversarios patrios bajo el control del III Reich? Prudencia, sugería Aristóteles en su ética para Nicómaco, prudencia entre la carencia y el exceso, algo que las autoridades oficiales parecen haber desconocido entregándose sin pudor alguno al culto excesivo por un patriotismo formal, de banderas,uniformes, chapitas y escudos. Entonces todo es unidad nacional, todos remando para la misma playa, nada de divisiones artificiales, ¿luchas de intereses entre las clases sociales?, por favor ¡, dejémonos de divisiones, alegrémonos de tener una patria "decente" y "respetada". Camino, con la esperanza de que un evento, por pequeño que sea, me haga sentir que experimento algo extraordinario.

jueves, 13 de enero de 2011

Consideración oportuna


Bajo un sol inclemente, caminando y leyendo, ¿cómo no hacer para no chocar con un árbol, un poste, una persona, en fin, sufrir un accidente por ese contingente y placentero abandono lecturiento?..Según mi experiencia, las soluciones son las siguientes. Detenerse y levantar la cara, mirar hacia adelante y hacia atrás, calcular en cuantos minutos necesariamente chocaré con algo o alguien y, establecido aquello, volver la vista al libro. Sin embargo, hay un problema: la solución está contenida por la variable espacio-tiempo del caminar por la calle y no por la variable tiempo-espacio a que nos invita la lectura que tanto placer nos provoca. Ocurre que cuando uno lee algo entretenido ingresa al tiempo-espacio de lo leido, que es distinto al tiempo-espacio en que nos movemos cuando caminamos. Entonces cuando hacemos ese cálculo de distancia-tiempo cometemos el error de tomar en consideración ese tiempo-espacio que nos contiene cuando caminamos, pero no el espacio-tiempo a que nos invita la lectura. La solución pareciera ser: introducir la variable corazonada y encomendarse al Dios de los desplazamientos a pie por las veredas y calles en días asoleados intensos mientras se lee un entretenido texto..amen ¡¡