Parte maldita, loca, que se sale de toda lógica, basada en la necesidad. Su satisfacción es siempre paradójica; repetitiva y siempre al límite del equilibrio que corresponde al placer. Pareciera satisfacerse en el gasto inútil, en el derroche, pero también, en la restricción extrema, en el control exasperado, en la insatisfacción quejosa de pretender contabilizar lo incalculable, en el dolor secreto e involuntariamente programado.
El deseo siempre insatisfecho, es producto de una compleja tramitación, en la cual es posible regular, limitar y a la vez recuperar algo de un goce perdido para aquel que habla. Se convierte así en algo parecido a una "defensa" contra el goce, pero ese goce mismo es el corazón del deseo, goce por negación.
